Al igual que en el verano de 2016, tras un intenso Niño, el país se preparó e invirtió para una eventualmente fuerte temporada de lluvias en la costa norte y central, con la consabida pérdida de vidas y masivos daños a la infraestructura que el fenómeno supone.
Pues bien, y como se empezó a sospechar a partir de septiembre y confirmar conforme transcurría el calendario; las condiciones de El Niño que el público conoce en término de impactos no se presentaron. Los modelos climáticos mostraban que ese sería el caso y que además el país estaría presentando un sesgo deficiente de precipitaciones.
Y finalmente eso sucedió. Con la agravante que marzo ha sido una calamidad por lo seco y la proyección hacia el final de la temporada de lluvias en la costa y sierra es que ese final ya está en curso.(..)
Publicado el Sábado 30 de marzo del 2024 en el diario Peru 21.
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